Es en estos tiempos que la comida industrializada y sumamente procesada abunda, todo lo que promete ser más natural o menos procesado parece ser altamente valorado. Sin embargo, ¿es en realidad el azúcar mascabo algo que vale la pena incluir en nuestra dieta diaria?
Para empezar ¿qué es? digamos que es una forma de azúcar integral o más pura. O sea que no está refinada. Para fabricarla se extrae el jugo de la caña de azúcar y se deja evaporar hasta conseguir un residuo seco que luego es molido. No es igual que el azúcar morena. Esta última es generalmente azúcar refinada a la que se ha añadido cierta cantidad de melaza.
El color del azúcar mascabo es oscuro, su textura pegajosa y su sabor es parecido al del piloncillo. Al ser más pura, contiene pequeñas cantidades de los nutrimentos propios del jugo de caña como antioxidantes y algunas vitaminas del complejo B y minerales como el potasio, magnesio, hierro y calcio.
Sin embargo la cantidad de estos nutrimentos es muy pequeña para ser significativa en la cantidad de azúcar que podría consumirse sin problemas. Es necesario considerar que, a diferencia de algunos edulcorantes no nutritivos, su valor calórico es prácticamente igual que el del azúcar refinada. Muchas personas usan el azúcar mascabado casi a libre demanda pensando que es un endulzante bajo en calorías o que no afecta la carga glucémica de la dieta o los niveles de insulina y esto es falso. Aporta alrededor de 40 kcal en 2 cucharaditas y el exceso en su consumo, igual que en el caso del azúcar refinada, puede contribuir a elevar el valor calórico de la dieta, a incrementar los niveles de triglicéridos en sangre y los depósitos de grasa corporal.
Se ha dicho que por ser un producto menos refinado, el azúcar mascabo eleva los niveles de glucosa en sangre más lentamente que el azúcar refinada y que por lo tanto es más segura de usar para personas con diabetes, pero no existen estudios científicos serios que avalen estas afirmaciones. Hasta ahora se ha observado que su efecto metabólico no es en realidad muy diferente. Por lo tanto no es un endulzante recomendable para personas con esta enfermedad.
En conclusión, la decisión de usar azúcar mascabo para sustituir al azúcar refinada debe hacerse sólo por su sabor o consistencia, pero no porque tenga beneficios reales para la salud. Igual que el azúcar refinada, debe consumirse con moderación.