Cuanto más tiempo esperes entre comidas, más hambre tenés. Después de tres horas sin comer, los niveles de azúcar en sangre comienzan a descender. Tras cuatro horas, tu cuerpo ya ha digerido todo lo que hayas comido y, una vez que pasas la marca de las cinco horas, tus niveles de azúcar en sangre caen en picada y es cuando te comés cualquier cosa que tengas a mano.

En otras palabras, un hábito de consumo desordenado de alimentos facilita el aumento de peso. Por el contrario, una distribución regular diaria de seis comidas como mínimo favorece el adelgazamiento y un mejor estado de salud general.

Es por esta razón por la que el desayuno es tan importante: después de estar siete u ocho horas durmiendo sin comer nada necesitás energía para moverte. Las personas que toman un buen desayuno habitualmente, sobre todo si contiene proteínas, tienden a ganar menos peso que aquellos que se lo saltan, ya que resisten mejor el hambre de la mañana.

 

La clave es la distribución

Entre una ingesta y otra deberían pasar entre 1 hora y media -como mínimo- y 3 horas -como máximo-. Conviene realizar las cuatro comidas principales -desayuno, almuerzo, merienda y cena- y 2 colaciones en el día, a media mañana y a media tarde:

  • 8.00: Desayuno
  • 10.00: Colación de media mañana
  • 13.00: Almuerzo
  • 15.00: Colación de media tarde
  • 18.00: Merienda
  • 21.00: Cena
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De esta forma se logra:

  • Llegar con menos hambre a la próxima comida.
  • Disminuir el tamaño de las porciones.
  • Seleccionar mejor los alimentos que se consumen.
  • Regular la secreción de insulina.
  • Generar hábitos saludables que favorecen el posterior mantenimiento del peso.
En AS contamos con una línea de snacks y bocaditos saludables ideales para las colaciones de media mañana y media tarde.

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